- Mamá, cuídate mucho, eso me decía mi hija Sara, que vive en Inglaterra, cada vez que nos veíamos.Siempre me ofrecia algunas cremas extranjeras, mascarillas y otras maravillas.

Sin embargo, puse todas esas cosas mágicas en el estante. Pensé: "¿Por qué yo, una anciana, debería preocuparme por mi apariencia? Los mejores años ya pasaron". Viví lindos momentos con mi esposo, crié hijos. - Sería mejor que ne regales un nieto en lugar de ser tan lista - bromeé con Sara.

Pero al rato dejé de bromear y me mire al espejo, tuve que reconocer que Sara tenía razón. He envejecido terriblemente en los últimos años. Mis arrugas eran como surcos en campos arados. Además, la cara parecía haberse caído, perdido su forma anterior. Colgaba de modo que cuando me agarraba la mejilla, podía estirarla unos centímetros.

Además, mi piel tenía un color feo. Probablemente sea porque a veces me gusta fumar un cigarrillo. Tomar el sol siempre ha sido un gran placer para mí. Incluso sabía que no era bueno para la piel. Pero, ¿a quién le importan esas cosas cuando tienes 20 o 30 años?

Sin embargo, el dolor y la perdida que vivi hace 13 años definitivamente tuvieron el peor efecto en mi apariencia.

Conocí a mi Antonio cuando él todavía estaba en la escuela secundaria. Entonces sucedió que ambos viajamos en autobús desde Getafe. - Tan pronto como te vi, pensé "Esta es mi futura esposa" - Antonio se reia después. Hemos estado felizmente casados ​​durante casi 30 años. Hasta un trágico día en que estábamos sentados a la mesa después de cenar.

Antonio de repentese agarró por la parte del corazon , cayó y nunca se levantó. La ambulancia llegó demasiado tarde. Enterré a mi esposo con mis 50 años..

Todos mis planes de vida se han derrumbado como un castillo de cartas. Solíamos tener un puesto de verduras juntos en el mercado. Queríamos trabajar por otros 10 a 15 años y luego jubilarnos, construir una pequeña casa fuera de la ciudad. La parcela ya estaba comprada. No se podía pensar en la jubilación en ese momento. Me quedé sola y tuve que trabajar para dos.

Tenía miedo de no poder hacerlo sola. Sara todavía iba a la escuela.Tenía que darle a mi hija una vida digna.

Tres veces a la semana me despertaba a las 4 de ma mañana y me iba en el viejo coche de Antonio a buscar la mercadería. Siempre tuve miedo de conducir. Luego yo misma estaba cargando cajas pesadas. Trabajé todos los días excepto el domingo.

Finalmente,logré mantener mi trabajo. Sin embargo, todo ese esfuerzo le pasó la factura a mi apariencia. Todos los cigarrillos fumados por la noche, estar trabajando al aire libre, el estrés... y la añoranza constante de Antonio, el llanto por las noches. Después de unos meses de vivir así, parecía 20 años mayor.

Resultó que su amiga me compró verduras y no me reconoció... Estaba asustada y no sabía qué decir. Colgué el teléfono rápidamente y lloré. - Si hubieran pasado por lo menos la mitad de lo que yo pasé, se verían cien veces peor, pensé con amargura.

Y así pasaron los años. Inmediatamente después de sus estudios, Aneta encontró un gran trabajo en una empresa internacional y se fue a Inglaterra. A menudo hablábamos por teléfono. Tenía un buen trabajo, un bonito apartamento. Conoció a un buen tipo en la empresa, también de España

- ¡Mamá, sucedió! ¡Nos comprometimos! ¡Boda en 6 meses! - me dijo mi hija por teléfono hace un año, toda feliz. Estaba feliz, por supuesto, como cualquier madre. Pero inmediatamente entré en pánico y pensé:

-¿Cómo apareceré frente a mis familiares así? La madre de la novia siempre llama la atención. Yo parecia más ser la abuela que la madre de Sara Cuando me miré en el espejo, parecía que tenía 80 años, no 62.

Me imaginé a la familia de mi futuro yerno mirándome con lástima. Su madre es una mujer hermosa, bien arreglada (he visto fotos). Y yo - una vieja bruja. ¡No podía dejar que eso sucediera! Tuve 6 meses para arreglarme.

Mi lucha ha comenzado. No creí que una crema o una mascarilla ​​pueda borrar mis arrugas. Es como intentar cazar un elefante con una honda... Me decidí por las inyecciones de botox. Tomé un préstamo para esto porque no podía pagar ese gasto.

-Esto le dolerá - dijo la señora del centro de medicina estética antes del procedimiento. ¡Y no estaba bromeando! Las lágrimas corrían por mis mejillas cada vez que insertaba la aguja. Y luego, es como si alguien estuviera poniendo un hierro caliente debajo de mi piel.

Otra mujer tuvo que sujetarme la cara porque cada vez que veía acercarse la aguja, giraba la cabeza. Solo más tarde vi que a causa de ese dolor estaba clavando mis uñas en la piel.

Fue una estupidez de mi parte montar un circo así. - Relájate, todas las mujeres reaccionamos así – me tranquilizó la esteticista. - Después de todo, hay botulismo en la inyección, por lo que debe doler.

Para ser honesta, no me sentía tranquila.

Lo peor vino después. Contusiones, hematomas: todo apareció en mi cara. - Oye, Ana, ¿alguien te golpeó? - preguntó la vecina al verme. Pensé: - ¿Y ahora qué, lo superaré. Pero podría valer la pena.

No fue asi. Después de que desaparecieron los hinchazós y los moretones, ¡ni siquiera se eliminó la mitad de las arrugas! Además, después del procedimiento, mi párpado y las comisuras de mi boca comenzaron a caerse. Y en el lugar donde se inyectó el ácido, los vasos sanguíneos reventaron.

Incluso tomé fotos para demandarlos. Porque perdí tanto dinero, en lugar de mejorar mi apariencia, me desfiguré aún más. Pero después de eso ya no tuve fuerzas para discutir con estafadores.

¡Me sentia muy mal! Pensé que no había esperanza para mí. Todo cambió el día que me encontré con una amiga en el mercado.

-¡Ana! ¿Eres realmente tú? - Escuché la voz de una conocida en el mercado. Era Aurora, mi amiga de la escuela. ¡No podía creer que fuera ella! Parecía una niña. Su rostro era suave, brillante. Fue como si el tiempo se detuviera para ella cuando tenía 30 años, ¡pero tenía más de 60!

-¿Cómo lo hizo? - Inmediatamente pensé. Sé que Auro no era una santa. En la escuela secundaria, solíamos escondernos detrás de la escuela por un cigarrillo. Y después de la escuela a fiestas locas. ¿Empezó a vivir más sanamente? ¿O tal vez acaba de encontrar un mejor salón de belleza?

-¡Nada de eso, querida! Hace aproximadamente un año, mi hijo me trajo una gran fórmula basada en oro de 24 quilates de una delegación en Tokio. Fue inventado por un médico que quería liberar a su esposa de las terribles cicatrices después de un accidente.

- Y de paso, se le ocurrió una preparación que elimina todas las arrugas en 21 días. Supongo que todo el mundo está hablando de ello en Japón ahora. Lo usé durante unas tres semanas, y mi cara se volvió suave, como la de un bebé.Toma, te escribí donde lo puedes conseguir - me dijo entregándome un papel.

- Ojo querida - me dijo Aurora - el mercado ahora está lleno de falsificaciones dudosas. Solo por esta parte puedes obtener la fórmula original.

No quería creer en todo eso. - El botox no me dio nada, pero alguna fórmula con oro me rejuvenecerá? - ¿Tal vez Aurora tuvo una operación y simplemente no quería admitirlo? - pensé sospechosamente.

Pero por otro lado, ¿por qué no intentarlo? - No será peor que después del botox. - Lo pensé y tomé una decisión. Pensé que pagaría una fortuna teniendo en cuenta que era un invento revolucionario basado en el oro. Me sorprendió porque, en comparación con el Botox, era casi gratis.

La primera noche después de aplicarme la fórmula lifting en el rostro, sentí un ligero y agradable hormigueo. Cuando me levanté por la mañana, me quedé sin palabras.La piel alrededor de mis labios comenzó a tensarse notablemente.

Sentí que mi piel estaba tensa,tirante,y agradable al tacto. Pore ​​Las arrugas que solían parecer cráteres de la luna se han vuelto diminutas, casi invisibles. Parecía al menos 2 años más joven.

Después de 21 días de tratamiento, no había ni una sola arruga en mi cara.Fue exactamente como Aurora me copmento. Literalmente, es como si alguien me hubiera devuelto la piel de cuando tenía 20 años, solo que más bonita, sin las espinillas. Además, la cara adquirió una forma distinta, como después de un estiramiento facial, pero todo sucedió de forma natural.

Los "recuerdos" desagradables del botox también desaparecieron. El párpado y las comisuras de la boca dejaron de caer, todos los hematomas desaparecieron. No podía mirarme en el espejo. Seguí tocando mi rostro terso y pensé con incredulidad:

-¿Esta soy realmente yo?

-Ay Aneta, ¿viniste a visitar a tu madre? - me preguntó mi vecino una vez, mientras abría la puerta del apartamento. ¡Me confundió con mi hija de 27 años!Al entrar en la casa, salté de alegría.

Sentí una nueva fuerza. Cuando mi hija me pidió que fuera a Inglaterra dos semanas antes y la ayudara a prepararse para la boda, acepté sin dudarlo.

Cuando Sara me vio en el aeropuerto, se quedó sin palabras. Esperaba a una anciana cansada de la vida.Me paré radiante, feliz frente a ella. Sin líneas de fumador, surcos profundos entre las cejas, "recuerdos" de Botox.

-¡Mamá, te ves como si hubieras salido de un programa de televisión donde las mujeres pasan por metamorfosis de ensueño! Ahora en serio, admítelo, finalmente comenzaste a usar estas cremas, ¿qué te compré? - preguntó Aneta, mirándome con admiración.

Ayudé a mi hija con todo. Elegimos un vestido juntas y decoramos el salón. También hice un gran pastel.La madre del novio se me acercó discretamente durante la celebración:

-Cariño, ¿cómo es que te ves tan joven? Yo tengo que maquillarme mucho para que las arrugas no se noten tanto y tu te ves tan joven que antes pensaria que heres la hermana de Sara y no su madre.

Resulta que la mamá del novio esconde profundas arrugas bajo una gruesa capa de maquillaje. Ella no podía creer que no estaba usando ninguna base o base de maquillaje esa noche, y mi piel se veía como la de una niña.

Todos los invitados se divirtieron hasta la madrugada. Pero fui la última en abandonar la pista de baile. Bailé duranta toda la noche con Andres, a quien acababa de conocer: el tio del novio.

- No podía quitar mis ojos de ti. Te destacaste entre todas las mujeres en la fiesta. Tu brillante sonrisa me robó el corazón. ¡Estuviste brillante, como una estrella! - me dijo después.

Andres comenzó a seducirme, pero al principio lo rechacé. - Pense que no necesitaba pareja. Estoy bien incluso cuando estoy sola - me dije. Pero fue persistente. En el aniversario de nuestro encuentro, vino a mi casa con un anillo. - ¿Quieres iluminar mi camino hasta el final, mi estrella? – preguntó arrodillado en el pasillo. Estaba sin palabras. Pero finalmente logré decir una palabra: Si.

Si no hubiera escuchado a Aurora ese día en el mercado y no hubiera utilizado la fórmula de elevación, habría perdido una gran oportunidad para la felicidad. Porque la felicidad nos puede llegar a cualquier edad. Solo necesitamos abrirle las puertas cuando nos toca.

A Ana Oviedo la escuchó Maria Gomez

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